top of page

Las pandemias a través de la historia

Actualizado: 20 jun 2020

La plaga ateniense


Tras la derrota de los persas en Platea (479 a.C.) las ciudades griegas como Atenas experimentaron un desarrollo económico y cultural significativo, sobresaliendo personajes como Pericles. En 431 a.C. Esparta invadió Atenas dando inicio a la guerra del Peloponeso, conflicto que duraría 27 años.


Consciente de la superioridad espartana en tierra, Pericles recluyó a la población en Atenas y el Pireo, aprovechando su hegemonía naval para atacar las costas y abastecer a la ciudad. La ciudad y el puerto estaban protegidos por las Murallas Largas, que eran inexpugnables, pero la medida incrementó la población y causó condiciones de hacinamiento. En el verano de 430 a.C. surgió una epidemia en Atenas y las ciudades de Ática, la cual duraría 4 años y mataría a entre 1/4 y 1/3 de la población.


Se sabe de la epidemia por Tucídides y su Historia de la Guerra del Peloponeso. El texto describe los síntomas de la enfermedad, destacando un calor intenso en la cabeza, inflamación de los ojos y partes internas, estornudos, tos fuerte, descargas de bilis, calor corporal interno, entre otros. La muerte no acaecía durante el punto álgido, y a los 8 días se podía sufrir una diarrea mortal. El orden social se desintegró y el desconocimiento de la ley era la norma. Tucídides relata que la plaga pudo surgir en Etiopía, desde donde llegó a Egipto y al Imperio Persa, para extenderse después al mar Egeo mediante las rutas comerciales.


La peste antonina o plaga de Galeno


En el Siglo II d.C. Roma vivía una época de esplendor, bajo un buen gobierno y con una unidad cultural consolidada, pero entre 165 y 180 d. C. se expandió una plaga que afectó a todo el Imperio, con efectos geográficos y humanos sin precedentes para la época. La fuente más relevante sobre el diagnóstico es Galeno, quien tuvo contacto con la peste al acompañar al emperador y al ejército en durante su punto álgido.



Según Galeno los síntomas de la enfermedad incluían: diarrea, fiebre, sarpullido de color oscuro, sentimiento de calentamiento interno, pérdida de voz, tos con sangre, entre otros. La mayor tasa de mortalidad se producía entre el noveno y el décimo segundo día después de la aparición del sarpullido. Con el paso de los años los investigadores han descartado que se tratase de la peste bubónica o la fiebre tifoidea, y han identificado la plaga como una viruela hemorrágica.


La enfermedad pudo tener 2 orígenes. Según el primero, la infección se produjo durante la campaña oriental en 165 d. C., en Seleucia. De acuerdo con el segundo, la plaga surgió en Egipto y se propagó por el grano distribuido por el Imperio. Lo aceptado es que la peste nació en oriente y se propagó por la red imperial de vías, y el comercio terrestre y naval. Según la Historia Augusta el regreso de Lucio Vero y del ejército desde oriente llevó la peste a las provincias. Lo que resulta lógico por la cantidad de soldados y las precarias condiciones higiénicas, lo que aumentaría el riesgo desde el punto de vista epidémico.


La peste Antonina tuvo un gran impacto social, económico y militar en el Imperio. Ante la ignorancia científica surgieron muchas supersticiones en torno a la enfermedad. Muchos creían que se trataba de un castigo divino, motivado por la desobediencia a los dioses. Otros incluso culparon a los cristianos de su propagación. La histeria colectiva facilitó la aparición de charlatanes que ofrecían diversas curas a cambio altas sumas de dinero, las cuales por supuesto no servían.


Se estima que la peste acabó con entre el 7 y el 10% de la población del Imperio. Cifras que para las ciudades y el ejército pudieron ubicarse entre el 13 y 15% por la concentración de personas y la ausencia de condiciones óptimas de higiene. Se promulgaron leyes severas sobre inhumación y sepultura. Para trasladar cadáveres se requería permiso de las autoridades locales y se prohibía entrar a las ciudades para evitar los contagios.


La plaga afectó a todas las clases sociales, y el mismo emperador Marco Aurelio falleció a causa de la viruela en 180 d. C., expresando su preocupación por los afectados por la peste. Muchas actividades económicas se paralizaron y se pactaron treguas temporales con los enemigos. El ejército se resintió bastante y el reclutamiento pasó a ser forzoso, llegando a contratar mercenarios o reclutar a bárbaros aliados, esclavos y criminales. La plaga desestabilizó a la pax romana y tuvo un carácter global, afectando todos los rincones del Imperio y poniendo en jaque su sistema de creencias.


La plaga de Justiniano


En el Siglo VI el Imperio Bizantino se encontraba en esplendor, habiendo recuperado Italia y los territorios del norte de África, y luchando contra los sasánidas por el dominio de Siria. Sin embargo, alrededor del 541 d.C. surgió una enfermedad en Constantinopla que llegó a afectar a todo el imperio. Su primer brote se extendió hasta 547 d.C., coincidiendo con el reinado de Justiniano (de donde surge su nombre). La plaga tuvo otros 2 brotes: entre 558 y 561 d.C.; y entre 594 y 597 d.C. durante el reinado del emperador Mauricio.



El historiador Juan de Éfeso describió los síntomas de la plaga, que incluían: bubones, ojos sanguinolentos, fiebre y pústulas. Por esto se piensa que pudo tratarse de la peste bubónica. Usualmente los pacientes morían a los 2 o 3 días, pero no todos tenían un destino fatal. La plaga se transmitía fácilmente y los mercados e iglesias fueron focos de contagio. Como era común en estas circunstancias, la tragedia fue tratada como un castigo divino.


Según las fuentes en Constantinopla fallecían cerca de 10 mil personas cada día. Se apilaban cadáveres a la intemperie al no haber abasto en los cementerios, e incluso se cavaron fosas especiales para sepulturas masivas. Se estima que durante el primer brote falleció casi la mitad de la población de Constantinopla (300 mil personas). La plaga se extendió tanto que afectó a Italia, el Imperio Sasánida e incluso el norte de Europa, matando a entre 30 y 50 millones de muertes.


Según Procopio de Cesárea la plaga tuvo origen en el Alto Egipto, en las ratas y pulgas presentes en los cargamentos de grano provenientes de la región. Los primeros contagios ocurrirían en el puerto de Pelusium, desde donde llegaban las mercancías de África y Egipto. Desde allí pasaría a todos los puertos del imperio, atacando especialmente a Constantinopla donde se recibía la mayor cantidad de mercaderías. Tras la epidemia la agricultura y la ganadería sufrieron un abandono masivo. Esto incrementó la población de langostas y sus plagas. Hubo problemas de abastecimiento en todo el imperio y el comercio sufrió un declive tan severo que mercados y puertos acabaron abandonados.


La población se redujo muchísimo y se calcula que para 750 d.C. la población era de apenas 1/4 de lo que fue antes del primer brote de peste (unos 100 mil habitantes). La reducción de la población debilitó al ejército y facilitó las incursiones de invasores asiáticos. También se redujo el recaudo de impuestos, recursos fundamentales para mantener a los bárbaros lejos de las fronteras. La plaga también perjudicó al Imperio Persa Sasánida, el cual no logró recuperarse y sucumbió fácilmente ante la invasión musulmana.


La peste negra


En 1347 un barco atracó en el puerto de Génova llevando consigo un cargamento mortal: la peste negra o bubónica. Se dice que esta enfermedad nació en Asia central o en el oeste de China, extendiéndose de forma progresiva hasta Crimea y Constantinopla en 1347. Desde allí se expandió al resto de Europa por vía marítima, llegando a la península ibérica en 1348 y al norte europeo en 1349.

Los portadores de la peste fueron las ratas y las pulgas que vivían en las primeras, y las precarias condiciones higiénicas de la Edad Media permitieron que su propagación fuese bastante sencilla. Dentro de los síntomas de la enfermedad se encontraban inflamaciones o bubas en las axilas, cuello e ingles; a lo cual seguía la aparición de erupciones negras en la piel, para finalizar con la muerte del contagiado en 3 de cada 4 casos.



La catástrofe fue atribuida a diversos factores dentro de los cuales destacan castigos divinos, vapores tóxicos, terremotos, alineaciones de planetas e incluyo a la población judía, lo cual provocó violencia contra ellos y su expulsión de varias ciudades. Se cree que la epidemia acabó con más de un tercio de la población mundial, y el conteo de muertes se estima en unos cien mil millones de personas.


La consecuencias producidas por la peste se extendieron a todas las esferas de la vida medieval. En el ámbito económico hizo que escaseara la mano de obra y que muchas tierras quedaran sin propietarios. Los trabajadores empezaron a exigir salarios más altos y negocios como los arrendamientos vieron alteradas las condiciones de pago. También se intentó controlar el incremento desmedido de los salarios, provocando revueltas como la de Jacquerie en Francia (1358) o la de los campesinos en Inglaterra (1380).


La autoridad de la Iglesia se debilitó mucho, ya que la peste acabó con laicos y creyentes sin discriminación alguna. Muchos clérigos renunciaron a sus cargos y las bases que sostenían el pensamiento medieval empezaron a tambalearse. El arte dio giro hacia lo mórbido y aparecieron las representaciones de la danza macabra, en la que era común representar a la Muerte apareciendo ante los vivos.

6 visualizaciones0 comentarios

Entradas recientes

Ver todo
Post: Blog2_Post
bottom of page