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Breves apuntes sobre el imperialismo

Actualizado: 25 jul 2020

La presente entrada ha sido elaborada con fundamento en los apuntes tomados en el curso "Imperios en la historia de la humanidad" dictado por el profesor Luis Eduardo Bosemberg entre el 31 de agosto y el 5 de octubre de 2019, en la Universidad de los Andes, Colombia. En ella explicaré de manera breve el concepto de imperio y realizaré algunas precisiones sobre algunos imperios famosos en la historia. De igual forma, el contenido de la entrada se irá actualizando a medida que lo haga nuestra cuenta de Instagram, donde estaremos realizando varias publicaciones sobre el tema. Espero que sea del agrado de los lectores y que lo disfruten tanto como su servidor gozó al formar parte del citado curso.


El imperialismo es un producto del siglo XIX, surgido para explicar la formación de los "mega" imperios durante ese período. Además, es un concepto surgido en los círculos académicos de la ideología de izquierda. La historia imperial es un subproducto importante de la historia global, ya que ésta ha sido estudiada tradicionalmente a partir de los imperios.


El imperio puede definirse como una institucionalidad que surge gracias a un poder establecido (elemento político) que controla territorios extensos con diversidad cultural, étnica, religiosa, entre otras (elemento territorial), y cuya hegemonía se expande y mantiene gracias a la superioridad militar (elemento militar). Además, existe una relación necesaria entre el centro imperial y la periferia, entre la capital y los territorios anexados.


También es cierto que no todo puede explicarse a partir del marco imperial ni del efecto del centro hacia la periferia, ya que ésta también influye en el núcleo del imperio. Basta con observar el efecto que tuvieron manifestaciones culturales periféricas como el helenismo y el cristianismo en el pueblo romano, el cual fue abandonando sus raíces al asimilarlas, pasando de ser un pueblo rural a uno de ciudades y luego, pasando de ser una cultura de tolerancia religiosa a una en la que se condenaba todo lo pagano.



El término imperio es complejo y varía según el momento histórico en el que se estudie. Actualmente el imperialismo es "satanizado" por la demagogia política, la literatura, el cine, etc. Es por ello que, al igual que muchos aspectos del estudio histórico, el término debe ser analizado desde una perspectiva amoral, tanto por mantener un cierto rigor académico como por la complejidad de hablar de malos y buenos en la historia. A pesar de su complejidad el término reúne ciertas características comunes en la mayoría de contextos históricos, tales como: (i) la dominación política, económica y cultural de un territorio; (ii) etapas como el nacimiento, picos de hegemonía y períodos de decadencia; (iii) el poder/superioridad militar sobre varios pueblos; y (iv) el enaltecimiento de pueblos o civilizaciones que contribuyen al avance de la humanidad.


Los imperios surgen a partir de distintas motivaciones, ya sean políticas, económicas o culturales. Por ejemplo, la dinámica imperial musulmana estuvo marcada por un elemento religioso y cultural. La visión religiosa impulsó la expansión islámica, ordenaba el estilo de vida, la forma de gobierno, las dinámicas económicas y las relaciones con los pueblos conquistados. De igual forma, la expansión impulsada por los Reyes Católicos y Portugal estuvo motivaba por finalidades económicas y, en parte, también por un compromiso religioso.


Es común que el crecimiento imperial nazca a partir de un líder fuerte, el cual crece bajo circunstancias que facilitan su ascenso al poder, dentro de las cuales destacan: (i) un liderazgo fuerte y carismático; (ii) eventos externos que influyan en el éxito del líder; y (iii) la lealtad del pueblo y de los militares; (iv) excedentes de recursos y administración adecuada; (v) ventajas militares sobre otros pueblos; y (vi) la inexistencia o escasez de determinados recursos, lo cual motiva la expansión territorial.


Los imperios pueden aparecer en cualquier parte del mundo y en cualquier momento, siendo una constante de la evolución humana. Lo anterior contribuye a relativizar su concepción malvada, la cual surge usualmente de la visión de los dominados. Además la historia es, en esencia, imperial. Por lo general se ha estudiado a partir de los imperios y han sido éstos los que han configurado la organización política mundial político a través de los siglos. El estudio de la historia a partir de las naciones es bastante reciente y es cuestionando actualmente por la poca importancia de éstas en el devenir humano si se les compara con los imperios.


Roma ha sido el referente para el estudio imperial y un ejemplo a seguir para sus sucesores por su vocación universal, intentado emularla en la mayoría de los casos: desde el llamado Imperio Bizantino (remanentes del Imperio Romano de Oriente) que intentó recuperar la gloria romana reconquistando los antiguos territorios de occidente, hasta el Sacro Imperio Romano Germánico e incluso el III Reich alemán.


La expansión imperial implica la movilización militar, por lo que no hay imperios sin violencia. A pesar de esto, los imperios crean cultura y civilización, contribuyen a la construcción de ciudades, puertos y caminos, y dejan un legado. El sincretismo cultural también es un elemento fundamental en el desarrollo de los imperios. Los imperios crean espacios seguros y estables para el crecimiento económico, como las redes de comercio. Al respecto, es famosa la "pax mongola" que permitió el resurgimiento de la Ruta de la Seda desde el siglo XIII. Los imperios podían ser gobernados mediante control directo (con emisarios en la periferia) o indirecto (gobernantes locales que se sometían y se convertían en vasallos).


Imperio o califatos islámicos


Cuando hablamos del Islam califato e imperio son términos sinónimos. Es pertinente destacar que estos casos la religión sirve como elemento unificador e integra todos los elementos del imperio: desde la forma de gobierno hasta la producción económica. Asimismo, debe señalarse que la identidad musulmana no es igual a la identidad árabe: la primera se refiere a una creencia religiosa, mientras que la segunda parte de una zona geográfica de procedencia (pueden haber árabes cristianos, judíos o practicantes de otros cultos).


A su vez, los califatos musulmanes fueron de los primeros imperios monoteístas, junto con el llamado Imperio Bizantino (remanentes del Imperio Romano de Oriente) y el Sacro Imperio Romano. El término musulmán puede significar "sometimiento", "ponerse de rodillas" o "entregarse voluntariamente" a Dios (el dios abrahamánico) . Los musulmanes crearon una comunidad a la que llamaron "Ummaj", fundada por el profeta Mahoma y considerada como igualitaria.


Los califatos fueron grandes extensiones de territorio con bastante estabilidad y donde florecieron el comercio, la ciencia y la civilización. De hecho, contrario a ciertas concepciones occidentales, el mundo islámico fue una civilización. En los califatos la concepción de la propiedad privada era distinta de la europea, ya que el califa se encargaba de la administración de toda la tierra, y en vez de terratenientes existían redes de ciudades para su manejo.


En algunos califatos fue común la tolerancia religiosa, y no hubo conflictos directos con cristianos ni judíos al ser reconocidos como "hermanos". Sin embargo, la mayoría de los casos se les exigía el pago de una contribución para no ser obligados a convertirse al Islam. Por ejemplo, en un principio en Al-Ándalus sólo se estableció el pago de este tributo sin obligarlos a convertirse, situación que cambió con la llegada de los almorávides. Por otro lado, durante el califato Abasí hubo gobernantes que persiguieron a cristianos y judíos, como Al-Mutawákkil (847-861).


Imperio mongol


Los mongoles fueron una agrupación de tribus nómadas provenientes de las estepas de Asia Central. Eran muy dependientes de los animales domesticados, sobretodo de los caballos. Estas tribus constituían uniones mediante matrimonios y mantenían contactos con otros pueblos de los que aprendieron sobre escritura, administración tributaria y guerra, entre otras disciplinas. Esta interconexión puede explicar la existencia de razones adicionales para la expansión mongola, más allá de la voluntad de Genghis Khan.


Los mongoles recibían adiestramiento militar desde su niñez y fueron excelentes estrategas militares. También eran bastante pragmáticos y aprendieron tácticas de guerra de otros pueblos, como el perfeccionamiento de asedio y el uso de la pólvora gracias a los chinos. Aprovecharon al máximo el uso de los estribos, los arcos recurvos y de la comunicación a caballo (de lo cual surgió un sistema postal bastante eficiente), siendo expertos jinetes y maestros de la guerra veloz, al igual que de las tácticas conocidas popularmente como "hit and run". El fundador del imperio fue Genghis Khan, cuyo nombre real era Temuyín.


Temuyín era hijo de un líder tribal que fue asesinado por otra tribu, e inició su ascenso al poder forjando alianzas con las tribus mongola, luchando con los líderes de aquellas que rechazaron el pacto. Habiendo reclutado a los mongoles para una causa común, Genghis puso a cargo de las unidades del ejército a jefes militares distintos de los líderes tribales, y las estructuró con soldados de todas las tribus, quienes a su vez eran entrenados para distintas tareas dentro del combate.


Genghis se propuso expandir sus dominios hacia Oriente (China) y Occidente (Medio Oriente y Europa). Conquistó parte de China (sus descendientes la conquistaron totalmente y establecieron una dinastía) y partió hacia Occidente, sometiendo a los pueblos que encontró a su paso, pero falleció camino a Europa (1227 aproximadamente). Esto retrasó las conquistas e iniciaron discusiones acerca de su sucesión. Genghis construyó los cimientos el imperio más extenso conocido, pero éste acabó dividiéndose.


Los mongoles habían conquistado la zona del Indo (1221) y derrotado a los rusos en la batalla de Kalka (1223), pero la muerte del gran Khan obligó a los líderes imperiales a regresar a Mongolia para decidir sobre la sucesión del imperio. Al final se decidió dividir el territorio entre los sucesores de Genghis, particularmente en "Ullus", unidades territoriales con capitales propias. Éstas "Ullus" fueron 4: Rusia; China y Mongolia; Irán y Medio Oriente; y Asia Central. A mediados del siglo XIII el imperio de Genghis Khan pasó a ser un vasto territorio gobernado por varios imperios mongoles.


En este período se estableció la conocida "paz mongola" que ayudó al renacimiento de la Ruta de la Seda. Además, los mongoles comenzaron a adaptarse a las culturas de los territorios gobernados, por lo que gradualmente fueron perdiendo su esencia de guerreros nómadas esteparios. La fragmentación fue el comienzo del fin, junto con la pérdida de la identidad guerrera y el acomodamiento a los lujos y el estilo de vida sedentario. Las luchas internas también fueron un factor importante en el declive mongol.


La llamada "Horda de Oro" fue perdiendo territorios en Rusia hasta que Iván "el terrible" acabó con los últimos khanatos en dichas tierras, y la dinastía Yuan en China fue derrocada después de casi un siglo de dominio. El último gran Khan fue Tamerlán, quien conquistó parte de Asia Central y algunos territorios de la "Horda de Oro". Tamerlán puso sus ojos en China, pero fallecería en el camino a principios del siglo XV.


Imperio otomano


Las tribus túrquicas fueron nómadas procedentes de las estepas de Asia Central, donde formaron reinos fuertes como el de los Gokturks y el Kaganato Uigur. Varias de ellas migraron hacia el oeste y se convirtieron al Islam cuando se asentaron en territorios de Oriente Medio.


Los selyúcidas fueron los primeros en llegar a este lugar y ganaron tanto poder y territorio que lograron derrotar al ejército bizantino en Manzikert (1071). Los selyúcidas cayeron a manos de los mongoles, y los turcos formaron una confederación de tribus lideradas por Osmán, de cuyo linaje procederían los líderes otomanos. En 1453 Mehmet II conquistó Constantinopla (actual Estambul) y la convirtió en la capital del imperio otomano. Los líderes otomanos serían conocidos como sultanes - emperadores - y su poder les permitió establecer un contacto económico y comercial tanto con Europa como con Asia.


Los otomanos crearon en el siglo XIV el que es quizá el primer ejército permanente del mundo, la guardia de los jenízaros. También perfeccionaron el uso de la pólvora inventada por los chinos, lo que supuso una ruptura con las tácticas de asedio medievales. Además, mantenían control de los territorios mediante la figura del "timar", con la cual entregaban tierras a cambio de vasallaje, el pago de tributos y aportes de caballería al ejército, los llamados sipaji. El sultán cambiaba a los timarios periódicamente para evitar la acumulación de poder y la conformación de una base social que facilitara rebeliones.


Los otomanos también construyeron una estructura religiosa organizada, estableciendo un líder llamado sheich-at. Además, a partir del siglo XVI el sultán adquirió la calidad de protector del Islam y de los lugares sagrados, gracias a la conquista de La Meca y Medina.


Los otomanos establecieron una dinámica esclavista distinta de los demás imperios. En primer lugar, los musulmanes no podían tener esclavos de su misma religión. Por ello, los esclavos otomanos procedían de poblaciones de otras religiones. Los territorios vasallos estaban obligados a cumplir con una cuota humana anual y estos esclavos eran educados e islamizados. Recibían un duro entrenamiento para conformar la guardia de los jenízaros. Podían incluso escalar posiciones políticas y sociales hasta llegar a ser Gran Visir, segundo cargo al mando del imperio después del sultán


Imperio mogol


Alrededor de 1526 Zahir-ud-din Mohammad Babur fundó la dinastía musulmana mogola del norte de la India, invasores turco - mongoles provenientes de Asia Central. Humayun, hijo de Babur, fue exiliado a Persia después ser vencido por los afganos en 1540. Allí, Humayun desarrolló fuertes vínculos diplomáticos, culturales y políticos con la corte safaví, quienes le ayudarían con la reconquista de sus territorios.


En 1556 Akbar, hijo de Humayun, se convirtió en nuevo rey mogol y ese mismo año sus tropas vencieron al ejército de Hemu, un rival aspirante al trono de Delhi, en la segunda batalla de Panipat. Akbar recuperó los territorios perdidos por su padre y expandió su autoridad hacia el norte y parte del centro de la India. Bajo el liderazgo de Akbar la dinastía mogola se convirtió en la potencia dominante del subcontinente indio.


Akbar mantuvo una unidad política sólida al construir una administración capaz de adaptarse a la expansión territorial. Creó una red de nobles bien pagados para que fuesen gobernadores provinciales o comandantes del cuerpo central del ejército, y reclutó a personas talentosas en India y Persia para su gobierno. Con esto evitó una administración demasiado centralizada, que recompensaba los méritos y la lealtad.


Akbar usó al Islam como elemento unificador, pero mantuvo la libertad religiosa permitiendo a los no musulmanes vivir según sus propias leyes y tradiciones. Persia influyó en la cultura mogola y se llevaron arquitectos y artesanos persas a la India para la construcción de palacios, mezquitas y edificios públicos. El imperio mogol mantuvo su prosperidad después de la muerte de Akbar, pero en el siglo XVII empezaría su declive, cayendo frente a los marathas, guerreros hindúes que dominarían la India hasta la llegada de los británicos en 1818.


España y portugal


Durante los primeros años de la expansión portuguesa y castellana en ultramar la península estaba compuesta por reinos Unidos por matrimonios. Estos reinos ibéricos empezarían campañas de exploración marítima hacia África y el Océano Atlántico para establecer rutas comerciales con Asia, llegando por accidente a América. Lo que siguió fue un choque entre culturas y una serie de conquistas que serían la base de los primeros imperios no contiguos y con presencia global.


Su expansión se vio influenciada por varios factores y actores, más allá de la voluntad de un líder. Uno de éstos fue el desarrollo de la navegación, como la invención de la carabela. El dominio de la pólvora también les dio una gran ventaja en combate. Las coronas impulsaron la creación de colonias, que funcionaron como avanzadas para proteger territorios y extraer recursos. Se establecieron instituciones para aprovechar la mano de obra autóctona y adoctrinarla bajo las creencias europeas. Dentro de éstas destaca la encomienda, una relación de clientelismo entre la corona y los encomenderos, encargados de administrar el trabajo de los indígenas sometidos y promover su conversión al cristianismo.


Este período también se caracterizó porque la corona española estuvo en guerras constantes con otros reinos e imperios, como los británicos y los otomanos; al mismo tiempo que se ocuparon en los conflictos religiosos que azotaron Europa en los siglos XVI y XVII. A su vez, tuvieron problemas por la sucesión de los Habsburgo, quienes se dividieron en 2 ramas: una en Madrid y otra en Viena. Aunque esto les costó territorios europeos, no impidió la expansión en ultramar.


Por su parte los portugueses se convirtieron en pioneros de la navegación a finales del siglo XV. De la mano de Enrique "el navegante" se organizaron expediciones y se incentivó la creación de centros de investigación. Al igual que los españoles, los portugueses surcaron los mares buscando rutas hacia Asia, logrando llegar a la India y adherirse a la dinámica comercial de estas tierras. A su vez, la alta rentabilidad del comercio de esclavos en África despertó la ambición portuguesa, integrándose al lucrativo mercado del oro en este continente.


Es de anotar que el comercio de esclavos ya era un negocio común - y bastante rentable - dentro de la dinámica económica africana. Varios reinos beneficiaron de éste y la llegada de los navegantes europeos abrió la puerta a su expansión a territorios de ultramar. Los portugueses establecían colonias en sitios estratégicos, donde construían factorías, ciudadelas fortificadas operadas por organizaciones de mercaderes para el desarrollo del comercio y donde usualmente se almacenaban las mercancías para ser transportadas.


Una factoría clave para el comercio portugués fue la establecida en el Estrecho de Malaca, ubicado en el sudeste asiático entre la costa occidental de la península malaya y la isla de Sumatra. Los portugueses también colonizaron el territorio del actual Brasil de la mano de Pedro Álvarez Cabral en 1500, estableciendo puertos a lo largo de las costas y consolidando un punto clave dentro de la ruta comercial de esclavos. Allí se valieron de mano de obra africana para sus actividades económicas, cobrando gran importancia la producción azucarera. Al igual que los españoles, los portugueses aprovecharon la superioridad militar que brindaban las armas a base de pólvora, y se comprometieron con el Vaticano a evangelizar a los aborígenes americanos.

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