Se le llamó guerras púnicas a los conflictos que enfrentaron a Roma y a Cartago entre los años 264 a.C. y 146 a.C. Tuvieron esta denominación debido a que los romanos llamaban así a los cartagineses. Esta denominación surgió del nombre que los griegos dieron a los fenicios, ancestros de los cartagineses, quienes fueron denominados como púnicos (phoinikes) o púrpuras por un tinte de este color que extraían de una especie de molusco conocido como múrice, y el cual utilizaban para dar color a prendas de vestir y otros objetos decorativos. Las guerras púnicas han sido divididas en 3 momentos que acaban con la destrucción de la ciudad ubicada en el norte de África (en la actual Túnez).
El proceso de expansión de Roma luego de la conquista de Italia provocó que se terminara enfrentando a otras potencias de la época y en particular del Mediterráneo. Dentro de estas potencias se encontraba Cartago, la cual dominaba la zona occidental del Mediterráneo, extendiendo su dominio hasta Sicilia, el sur de Hispania y las islas de Córcega y Cerdeña. Los cartagineses eran conocidos por ser los grandes mercaderes de la antigüedad – característica que heredaron de sus ancestros los fenicios – y por su gran poderío naval.
La primera guerra púnica (264 a.C.) dio inicio gracias a la toma de Mesina por los cartagineses, lo cual fue considerado como una amenaza hacia la integridad del dominio romano sobre la península itálica. Ante dicha situación, el cónsul Apio Claudio Cáudice marchó hacia Mesina, tomó la ciudad y se dirigió hasta Siracusa, aliada de Cartago, provocando el inicio del conflicto. Después de tomar la ciudad los romanos formaron una alianza con su gobernante, Hierón II, y lograron vencer a los cartagineses en las batallas de Agrigento (261 a.C.), Milazzo (260 a.C.) y Adís (255 a.C.). Sin embargo, la balanza de la guerra poco a poco se inclinó hacia el bando de Cartago, y Roma sufrió la aniquilación de su ejército en la batalla del río Bagradas (255 a.C.).
En un principio los cartagineses tuvieron una gran ventaja sobre los romanos gracias a su flota de guerra, la cual dejaba en ridículo a la romana. Los romanos llegaron a construir una flota adecuada para las batallas navales gracias al estudio de los navíos cartagineses. A pesar de lo anterior los no lograron obtener una ventaja clara sobre sus enemigos. No fue sino hasta la supuesta invención del corvus que los romanos pudieron doblegar a las fuerzas de Cartago. Se trataba de un puente levadizo con ganchos que se ataba a los navíos romanos y servía para anclarse a los barcos enemigos, permitiendo el abordaje de la infantería. Gracias a esto el ejército romano comandado por Cayo Lutacio Cátulo derrotó al ejército cartaginés comandado por Amílcar Barca y Hannón el Grande en la batalla de las Islas Egadas (241 a.C.). La victoria romana condujo a la firma de un tratado de paz por el cual Cartago debió pagar una enorme indemnización a Roma y renunciar a Sicilia, Córcega y Cerdeña.
La segunda guerra púnica (218 -201 a.C.) estalló cuando el jefe del ejército cartaginés Aníbal Barca, hijo de Amílcar, decidió romper los acuerdos de paz firmados con Roma y lanzarse a la conquista de Italia. Aníbal extendió el dominio cartaginés en Hispania, llegando hasta el río Ebro (220 a.C.) y apoderándose de Sagunto (219 a.C.) aliada de los romanos. Después de ello cruzó los Alpes (218 a.C.) hacia Roma con un numeroso de ejército de soldados, jinetes y alrededor de 36 elefantes; siendo guiado por los galos, quienes seguían enfrentados contra los romanos. El mando de las tropas de Cartago en Hispania quedó en manos de Asdrúbal Barca (hermano de Aníbal), quien debía enviar refuerzos de manera constante hacia la península itálica.
Después de cruzar los Alpes, Aníbal destrozó a las tropas romanas en las batallas del río Trebia (218 a.C.), del lago Trasimeno (217 a.C.) y Cannas (216 a.C.). En estas dos últimas perdieron la vida alrededor de 75.000 romanos, incluidos los cónsules Flaminio y Lucio Emilio Paulo. A pesar de estas victorias Aníbal no tomó Roma, y ésta decidió enviar un ejército a Hispania para cortar el aprovisionamiento de tropas al general cartaginés. Los romanos fueron derrotados por Asdrúbal en la batalla de Bética (211 a.C.), causando la muerte de otros 2 cónsules. No fue sino hasta el mandato del cónsul Publio Cornelio Escipión “el Africano” que Roma empezó a tomar ventaja sobre Cartago.
“El Africano” sitió Carthago Nova (actual Cartagena) en el año 209 a.C., derrotando a Asdrúbal 2 años después. Los cartagineses abandonaron la península itálica como consecuencia de las derrotas en las batallas de Ilipa y Guadalquivir, y la toma de Córdoba y Cádiz en el 206 a.C. por parte de los romanos. Posteriormente, las tropas romanas se dirigieron hacia Cartago, lo que llevó a Aníbal a regresar a su patria donde fue derrotado en la batalla de Zama en octubre de 202 a.C., en la que Roma recibió ayuda del rey de Numidia. Como consecuencia de esta derrota se impusieron condiciones extremadamente duras para Cartago, tales como la entrega de su flota militar, el pago de una cuantiosa indemnización y la entrega de rehenes a Roma como garantía del cumplimiento de dichas condiciones.
En el año 149 a.C. dio inicio la tercera guerra púnica, promovida por el senador Marco Porcio Catón “el Viejo”, quien fuese veterano de la segunda guerra púnica y defensor de las tradiciones romanas y las virtudes militares. Fue él quien manifestó en repetidas ocasiones la necesidad de destruir Cartago, teniendo en cuenta que la ciudad había recuperado su grandeza, pagado todas sus deudas y estaba atravesando por un proceso de reconstrucción de su ejército. Un ejército de cerca de 85.000 efectivos arribó a la costa norte de África, tomó Útica y marchó hacia la ciudad de origen fenicio. Cartago fue sitiada y arrasada por Publio Cornelio Escipión Emiliano en el 146 a.C. después de sofocar varias sublevaciones populares y derrotar a Asdrúbal “el Beotarca”, sucesos provocados por la oposición que se generó ante la presencia del ejército romano y su esfuerzo por imponer condiciones a los cartagineses. Con esto, Roma logró el dominio del Mediterráneo y del norte de África.
Bibliografía y referencias
Fabio Espitia Garzón, Historia del Derecho Romano, Bogotá, Universidad Externado de Colombia, 2015
Emilssen González de Cancino, Manual de Derecho Romano, Bogotá, Universidad Externado de Colombia, 2003
Comments