La Guerra de los 30 Años

En mayo de 1618 un grupo de líderes protestantes de Praga se reunió con los consejeros de Fernando II de Estiria, rey católico de Bohemia (miembro de los Habsburgo), buscando impedir la revocatoria de las libertades religiosas reconocidas por los monarcas anteriores. Matías, predecesor de Fernando II, ratificó una célula imperial que garantizaba la libertad religiosa, pero Fernando se negó a cumplirla al convertirse en sacro emperador. Cuando los consejeros se negaron a garantizar la libertad de culto, sus interlocutores entraron en cólera y lanzaron por la ventana a dos consejeros y a su alguacil, quienes aterrizaron a una pila de estiércol tras una caída de 20 metros. Este acontecimiento se conoce como la defenestración de Praga, y sirvió como el desencadenante de la Guerra de los Treinta Años. Estas disputas religiosas se vivieron en toda Europa, como en Francia, Países Bajos e Inglaterra, y sirvieron como telón de fondo de la guerra. Por lo general, el Sacro Imperio Romano gozó de cierta estabilidad, manteniendo un equilibrio de poder por el respeto del emperador hacia los estados imperiales y gobiernos locales. Sin embargo, la Reforma Protestante y las riñas entre católicos y protestantes reflejaron su inestabilidad, la cual se hizo latente cuando estalló la guerra.

Tras lo sucedido en Praga ambos bandos se prepararon para la guerra. Los protestantes bohemios invitaron a Federico V, príncipe protestante y esposo de Isabel Estuardo, a ocupar el trono. Para establecer a su regente decidieron derrocar al rey coronado legalmente, y se enfrentaron a las fuerzas imperiales en la Montaña Blanca (1620), a las afueras de Praga.

Los protestantes, liderados por Federico V, acudieron con un ejército superior al de sus rivales. Sin embargo, el ejército imperial era más experimentado y el aparente equilibrio se esfumó rápidamente. Los bohemios fueron aplastados en una hora, perdiendo a 4000 efectivos frente a las 700 bajas de sus enemigos. Federico V huyó, se ejecutó a los líderes protestantes, y se obligó a los habitantes a convertirse al catolicismo. Bohemia quedó devastada e indefensa. La mayoría de batallas se libraron en Alemania y el centro de Europa, y el conflicto afectó a todas las potencias europeas. Por un lado, el emperador quería recuperar territorios en Alemania y los españoles atacar los Países Bajos. Por otro lado, los franceses pretendían minar el poder de los Habsburgo.

En poco tiempo los Habsburgo derrotaron a los protestantes en el país germano y en Dinamarca. Sin embargo, los segundos tenían 2 poderosos aliados: (i) Francia, país católico enfrentado con el imperio; y (ii) Suecia, liderada por el rey Gustavo Adolfo. En 1630 Gustavo Adolfo logró una importante victoria en Breitenfeld (Alemania), pero a mediados de la década los Habsburgo contraatacaron con la ayuda de España.

En la década de 1640 las fuerzas protestantes obtuvieron importantes victorias sobre los imperiales. Francia venció a España en Rocroi (1643); Suecia ganó al imperio en Jankov (1645) y acabó con casi la mitad de sus efectivos. A pesar de estos avances, ambas partes estaban desgastadas por la guerra y ninguna pudo dar el golpe de gracia.

Las batallas fueron a gran escala: ejércitos de miles de soldados se enfrentaron a enormes cargas de caballería; se emplearon muchas armas de fuego; y se contrató a muchos mercenarios. Combatían con velocidad profesional y sin piedad alguna. Los ejércitos saquearon a los campesinos en busca de suministros, retirando lo que pudiera servir al otro bando. Alemania perdió casi el 20% de su población y el comercio se vio gravemente afectado.

Europa central tardó mucho tiempo en recuperarse. No sucedió lo mismo con Países Bajos o Inglaterra, cuyo poder naval y redes comerciales ayudaron a sopesar estas secuelas. En 1648 representantes del Sacro Imperio, España, Francia, Suecia y los Países Bajos se reunieron en Alemania para acordar la paz de Westfalia. Esto no solucionó las diferencias religiosas y Europa se dividió entre estados católicos y protestantes, pero creó un precedente para el manejo de las relaciones internacionales en el futuro.