Después de la derrota persa en la segunda Guerra Médica (479 a.C.) Atenas emergió como la polis dominante en Grecia. Este período se conoce como la Pentecontencia (478 a.C. – 431 a.C.), y se ubica entre la batalla de Platea hasta el inicio de la guerra del Peloponeso. Las razones de este dominio y del surgimiento de esta forma de gobierno pueden encontrar sustento en diversos factores geográficos, económicos y políticos como:
(i) el crecimiento del comercio marítimo y terrestre, así como la importancia de la ubicación de las ciudades costeras dentro de las que destaca Atenas;
(ii) las intensas luchas sociales surgidas como reacción a los regímenes de los denominados tiranos o autócratas, en especial por las desigualdades generadas por el enriquecimiento exacerbado de una pequeña porción de la población;
(iii) el mejoramiento de las condiciones de vida de grupos sociales como los pequeños y medianos agricultores, así como de otras categorías del campesinado, quienes adquirieron mayor importancia dentro de la polis gracias a las reformas en la estructura militar y a su nuevo papel en la defensa de la comunidad;
(iv) la expansión de la esclavitud, lo cual provocó que un gran número de ciudadanos independientes experimentase mayor libertad y la posibilidad de dedicar su tiempo a actividades distintas de los medios de producción;
(v) innovaciones en las constituciones de las ciudades estado y la transformación de los códigos legales transmitidos a través de generaciones
De acuerdo con los académicos, otros factores que contribuyeron al surgimiento del modelo de democracia ateniense pueden remontarse en el surgimiento de una ciudadanía económica y militarmente independiente, dentro del contexto de una ciudad o población relativamente pequeña y compacta. Se trató de un contexto en el cual la comunicación era extremadamente sencilla, y el impacto de cualquier clase de medida (económica, militar o social) era inmediato. Además, las cuestiones públicas, de culpabilidad y responsabilidad política eran ineludibles, y los obstáculos inherentes a la participación política que se presentan en las sociedades grandes y complejas aun no tenían un carácter significativo.
Los ideales del modelo de democracia ateniense se encuentran expuestos en la denominada oración fúnebre atribuida a Pericles (494 a.C. – 429 a.C., ciudadano ateniense, general y político). Este discurso fue recompuesto y redactado en la obra Historia de la guerra del Peloponeso, escrita por Tucídides (460 a.C. – 395 a.C., historiador y militar ateniense). En esta obra se describe a Atenas como una comunidad en la cual todos los ciudadanos pueden y deben participar de la vida pública o común. Desde una perspectiva formal, los ciudadanos no tenían que enfrentar ningún obstáculo – de riqueza o de rango – para participar de los asuntos públicos. El concepto ateniense de “ciudadano” traía consigo la participación directa en los asuntos de la polis.
Esta forma de gobierno se caracterizaba por un compromiso con la polis, la existencia de una virtud cívica que implicaba dedicación a la ciudad – estado y la subordinación de la vida privada a los asuntos públicos y al bien general. Los hombres sólo podían realizarse a sí mismos y llevar una vida honorable en y a través de la polis, y sus derechos y obligaciones de los ciudadanos se derivaban de su posición dentro de la polis; es decir, a partir de la posición social de ciudadanos, por lo que eran públicos y distaban de la concepción actual de tratarlos como atributos del individuo dentro de su esfera privada.
Para que una organización política (ciudad, reino, imperio, etc.) adquiera estabilidad y sea gobernable es necesaria la existencia de aparatos institucionales que contribuyan al funcionamiento de dicho engranaje. La democracia ateniense no fue la excepción, y contaba con diversas instituciones que permitían la adopción “democrática” de las decisiones de la polis.
La asamblea fue la institución principal de la democracia ateniense, y estaba conformada por la ciudadanía en su conjunto. Era el órgano soberano fundamental de Atenas y se reunía más de cuarenta veces al año, con un quórum de 6000 ciudadanos, cifra necesaria para que las actas de la asamblea se consideraran válidas. Los asuntos de gran relevancia para la polis eran discutidos en la asamblea, dentro de los cuales destacan: la estructura legal para mantener el orden público; las cuestiones internacionales; las finanzas públicas e impuestos; la valoración de las actuaciones del ejército y la armada; el establecimiento de alianzas; las declaraciones de guerra; la firma de acuerdos de paz; y, en general, todos los compromisos políticos de Atenas.
El fin de la asamblea era la adopción de decisiones buscando la “homonoia” o unanimidad. Sin embargo, resultaba lógico que en la toma de decisiones existiesen diferencias de opinión entre los ciudadanos y conflictos entre intereses individuales. Por ello, la asamblea era un instrumento que permitía la discusión y posterior decisión de los temas “difíciles” en virtud de la regla de la mayoría. Para los atenienses la votación era un medio para: (i) expresar las diferentes opiniones de los ciudadanos; y (ii) legitimar la decisión de asuntos urgentes.
Además de la asamblea la democracia ateniense contaba con el llamado Consejo de los 500, un comité ejecutivo y de gobierno de la asamblea compuesto por los ciudadanos varones mayores de 30 años. La institución principal de esta democracia era demasiado grande como para organizarse por sí misma, redactar las agendas y elaborar los borradores de la legislación que sería sometida a la ciudadanía; por lo que se construyó una institución de manejo más sencillo para adelantar estas labores. Este consejo era ayudado por el Comité de 50, el cual elaboraba propuestas para las decisiones a adoptar y le servía como guía. La integración del Comité de 50 cambiaba mensualmente y tenía un presidente que lo dirigía, cargo cuyo titular cambiaba cada día.
Los tribunales eran grandes jurados ciudadanos de más de 201 personas, y a menudo estaban conformados por más de 501 integrantes. Las funciones ejecutivas de la polis eran desempañadas por los magistrados, quienes se organizaban en consejos de 10 personas. Casi todos los funcionarios eran elegidos por un período de 1 año, con la posibilidad de ser reelegidos sólo en una ocasión a lo largo de su vida. Otro cargo que era objeto de elección por los ciudadanos era el de general militar, funcionarios que eran elegidos de manera directa por los miembros de la asamblea y que podían ser reelegidos. Con el fin de evitar la política autocrática o de clientela se establecieron diversos métodos de elección de los funcionarios, dentro de los que destacan la rotación de puestos, el sorteo, el sorteo por grupos y la elección directa.
Por último, podríamos catalogar a la ciudadanía como la más importante institución de la democracia ateniense. El ser ciudadano era una condición indispensable para formar parte dentro de la vida política de Atenas, siendo el presupuesto para la participación dentro de la asamblea y el acceso a los cargos públicos. Para que las personas tuvieran esta calidad debían ser atenienses, varones y mayores de 20 años. Los ciudadanos estaban divididos en 10 tribus basadas en el lugar de residencia. Dentro de esta categoría no estaban incluidas las mujeres, los menores de 20 años, los inmigrantes y los esclavos. Es decir, se trataba de un concepto de ciudadanía basado en el patriarcado y bastante restrictivo, el cual dejaba por fuera a la mayor parte de la población ateniense; por lo que considerar a este modelo como una democracia desde el punto de vista contemporáneo puede resultar discutible.
A las mujeres atenienses nacidas libres sólo se les consideraba ciudadanas desde un punto de vista instrumental. Éstas eran quienes daban a luz a los ciudadanos varones, pero no podían participar en política. Este concepto de ciudadanía no tenía carácter político y era puramente genealógico o biológico. Por su parte, los inmigrantes tampoco tenían derechos políticos y no podían ser catalogados como ciudadanos, aunque hubiesen nacido en la polis. Dentro de este grupo se incluía a los individuos cuyas familias se habían instalado en Atenas generaciones atrás. El último grupo, el de los esclavos era el conjunto de excluidos políticos más numeroso, quienes eran empleados en casi todas las formas de trabajos agrícolas, mineros, industriales y domésticos. Se calcula que en los tiempos de Pericles había 3 esclavos por cada 2 ciudadanos libres.
Aunque es descrita como una democracia, desde el punto de vista contemporáneo podría catalogarse como una oligarquía o tiranía de los ciudadanos. Los presupuestos para la participación política eran bastante restrictivos y los asuntos de la polis eran decididos por un grupo de personas numéricamente inferior a quienes no podían participar, y que en últimas también serían destinatarios de las leyes y decisiones. El concepto de igualdad política contemporáneo dista de la concepción que se tenía dentro del contexto de la democracia ateniense, ya que se trataba de una igualdad política para aquellos pertenecientes a un grupo de personas determinado (igualdad entre iguales). A pesar de ser consideraba como democracia, el modelo político ateniense descrito en los párrafos precedentes tiene rasgos de ser antidemocrático, lo cual pudo haber generado multitud de conflictos sociales ante las más que posibles inconformidades de los grupos excluidos de la participación política.
A pesar de que lo anterior puede ser considerado como una crítica, estos hechos deben ser analizados en virtud del contexto en el que sucedieron. Se trataba de un momento histórico en el cual lo normal era la existencia de gobiernos unificados bajo el mando de un rey o líder. El modelo ateniense entonces rompió con dicha lógica al permitir a un grupo numeroso de personas participar en la toma de decisiones públicas, a pesar de que los presupuestos para estar dentro de dicho grupo fuesen extremadamente restrictivos desde el punto de vista contemporáneo. Como fue expuesto con anterioridad, pudo tratarse de una situación especial que se desarrolló gracias a la esclavitud, ya que el tener a esta porción de la población ocupándose de las actividades del día a día permitió a los ciudadanos atenienses educarse y tener tiempo libre para participar en política, o en otras palabras, para practicar la virtud.
Bibliografía y referencias
Anderson P., Passages from antiquity to feudalism, Londres, New Left Books, 1974
Held D., Modelos de democracia, Madrid, Alianza Editorial, 2012
Dickenson D., Property, women and politics: subjects or objects?, Cambridge, Polity Press, 1997
Larsen J., Cleisthenes and the development of the theory of democracy at Athens, en: Essays in political theory presented to George Sabine, New York, Kennikat Press, 1948
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