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La Conferencia de Berlín

Actualizado: 20 jun 2020

En el invierno de 1884-1885 Otto von Bismarck, canciller alemán, convocó en Berlín una conferencia a la que acudieron representantes de 14 países y en la que se buscaba legitimar la ocupación forzosa de África, así como establecer reglas de colonización para evitar conflictos entre las potencias coloniales, sobretodo entre Francia y Gran Bretaña. Este evento también fue visto como una vía para acabar con el comercio de esclavos, siguiendo con las políticas antiesclavistas que surgieron durante el siglo XIX.



La Conferencia permitió que Bélgica y Alemania se convirtieran en potencias imperiales, siendo el siguiente paso para que los germanos lanzaran un desafío real a Gran Bretaña y Francia como potencia mundial. En 1885 los belgas fundaron El Estado Libre del Congo, un territorio casi 76 veces más grande que Bélgica. Aunque el Congo fue presentado como una colonia modelo dedicada al comercio y a fines humanitarios, en realidad el rey Leopoldo II trató a la colonia como una de sus posesiones personales y en ella se cometieron variadas atrocidades que rozaron el genocidio. Por su parte, en 1884 los alemanes tomaron posesión del sudoeste africano, lo que actualmente sería parte de Namibia, desplegando procesos coloniales que no fueron más benévolos que los adelantados por los belgas.


Antes de la colonización europea en África convivían estados bien establecidos junto con territorios tribales sin fronteras delimitadas. Había un marcado contraste entre Egipto y el norte musulmán con la zona tropical del Congo. Los primeros los enclaves europeos eran sólo emplazamientos comerciales costeros dedicados a la construcción de factorías y el comercio de esclavos, pero partir del siglo XIX creció el impulso europeo y con ello las expediciones hacía el interior del continente, hasta que la mayoría de África cayó bajo su dominio. Las colonias africanas fueron creaciones artificiales, con límites delimitados al gusto de las potencias europeas, sin tener en cuenta la historia o culturas locales, y aplastando con violencia cualquier clase de resistencia local.


La Conferencia de Berlín acabó siendo la ratificación del derecho que Europa se concedió a sí misma para "civilizar" un continente considerado salvaje y atrasado, y el verdadero precio que se pagó por la producción de riquezas para los europeos fue un sufrimiento extraordinario para los pueblos africanos. En este proceso colonizador destacó la figura de Cecil Rhodes, un ferviente defensor del dominio imperial británico en el mundo. Rhodes estaba convencido de la capacidad innata de Europa para dominar al mundo e imaginó a una África conformada en su mayoría por colonias británicas, conectadas desde El Cairo hasta Ciudad del Cabo, estando siempre dispuesto a anexar más territorios al Imperio Británico. Consiguió conquistar territorios en Zambia y la actual Zimbabue, las cuales fueron bautizadas en su honor, y fue designado primer ministro de la Colonia del Cabo desde 1890 hasta su dimisión en 1895.


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