Si bien Atenas no fue la única ciudad de la antigüedad que implementó una forma de gobierno con instituciones consideradas como democráticas, se trata de la más famosa y la que ha servido como referente de estudio de la democracia.
Filósofos como Platón han criticado el modelo de gobierno instaurado en esta polis, poniéndose en favor de un modelo que se asemeje más a una aristocracia en la que gobiernen las personas más capaces y virtuosas. Para Platón la capacidad de gobernar una ciudad no era una cualidad que poseía cualquiera, ya que para ello se necesitaba preparación y virtud. No podía dejarse la conducción de la polis a una masa ignorante de personas. Para el filósofo el gobierno era en realidad ejercido por un grupo de demagogos que se aprovechaban de la insensatez de un pequeño grupo que podía participar en política. Es debido a lo anterior que las decisiones no podían ser tomadas por la mayoría, ya que la misma estaría equivocada o podría decidir con base en engaños.
Para Aristóteles el adecuado funcionamiento de la democracia se desvirtuaba cuando la soberanía popular llegaba a ponerse por encima de la ley. El filósofo afirmaba que existían dos tipos de democracia: (i) una en la que todos participan en su condición de ciudadanos bajo el mando de la ley; y (ii) otra similar a la anterior, pero en la que la soberanía reside en la multitud y no en la ley. Aristóteles pensaba que la segunda de las situaciones era provocada por los demagogos, quienes buscaban mandar solos e ignorando la ley. Señalaba que una democracia de esta clase es análoga a una tiranía, y se percató de estos problemas gracias a la situación de inestabilidad generada en Atenas después de la muerte de Pericles, los golpes oligárquicos de los años 411 y 404 a.C., y la expulsión de los 30 tiranos. Se llegó incluso a señalar que esta clase de democracia podría producir escenarios de anarquía si los ciudadanos se ponían por encima de la ley.
Pero, en este punto cabe preguntarse: ¿era Atenas realmente una democracia?
La posibilidad de participar en la toma de las decisiones en la ecclesia estaba reservada únicamente a los ciudadanos, los cuales representaban una minoría significativa comparada con el grueso de la población que carecía de derechos políticos, es decir, las mujeres, los menores de 21 años, los extranjeros y los esclavos. Por lo tanto, la participación política era un derecho extremadamente restrictivo, convirtiendo a la democracia ateniense en un instrumento de poder que reposaba en manos de los ciudadanos.
Esta situación provocaba que las decisiones que afectaban la vida de la totalidad de la polis fuesen tomadas por una minoría, generando una situación de desequilibrio que en la actualidad podría considerarse como anti-democrática. Así las cosas, si bien la democracia fue considerada en Atenas como el gobierno del pueblo, se trataba más bien del gobierno de los ciudadanos; quienes representaban apenas una fracción del pueblo y constituían una minoría con más derechos que las mayorías. Al final se trataba de un contexto en el cual una minoría decidía por la mayoría. Minoría que a su vez constituía una mayoría que podría estar influenciada por otra minoría, la de los denominados demagogos por los filósofos griegos.
Resulta curiosa la tendencia a idealizar el funcionamiento de la democracia ateniense. Se ve la posibilidad que tenían todos los ciudadanos de participar en la toma de decisiones como la forma óptima de gobierno, a pesar de que en la práctica resultaba extremadamente discriminatorio. También fue un modelo de gobierno que no fue ajeno a problemas observables hoy en día, tales como el engaño que puede generar una minoría de ciudadanos cuyo carisma y destreza en la expresión de ideas puede influenciar la decisión de una mayoría considerada en muchos casos como ignorante.
Al final se trató de un modelo de gobierno producto de la visión del mundo imperante en la época, la cual analizada desde la óptica actual puede dejar serias dudas respecto de poder ser catalogado como una verdadera democracia. Incluso en la actualidad podemos observar que los derechos políticos se encuentran reservados a los ciudadanos, condición que si bien se ha vuelto más inclusiva, podría ser discriminatoria para quienes no ostentan dicha condición y se ven afectados por las decisiones ciudadanas… aunque el debate sobre el concepto de ciudadanía quedará para otra ocasión.
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